martes, 26 de abril de 2011

No todo lo que brilla es oro

No hace falta recibir un cachetazo para saber que el amor, a veces duele, lastima.

No hace falta recibir un grito para saber que el amor, a veces se nos quiere imponer.

No hace falta estar encerrado para saber que el amor, a veces, coarta nuestra libertad, no nos deja ser, crecer, ni volar.

No hace falta la fuerza física para que el amor, a veces, se nos sea impuesto de forma agresiva, contra nuestra voluntad.

No hace falta llorar para que el amor nos duela.

Si duele, lastima, coarta, agrede, se impone, no es amor.

Amarse a uno mismo, para tener el valor suficiente de reclamar, luchar y conseguir  ese amor verdadero que nos mecemos, y dejar a un costado lo que se disfraza de amor, y esconde tras de si, esa obsesión maligna que nos termina consumiendo, resumiendo, sometiendo. 

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